¿Cómo abordar el reto de las emisiones de Alcance 3?
Febrero 17, 2023
Febrero 17, 2023
Cuando se trata de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, de Alcance 3 en una empresa, los responsables de la cadena de suministro se enfrentan a una tarea enorme. Las emisiones de Alcance 3 -o indirectas-, son aquellas que se producen como consecuencia de las actividades de una organización, pero que están fuera de su control y representan entre el 65% y el 95% del impacto del carbono de la mayoría de las compañías. Evaluar y hacer seguimiento de ellas puede parecer, en principio, una labor extremadamente compleja, como ilustran los ejemplos reales con los que hemos trabajado en PwC, y que explicamos a continuación:
La buena noticia es que, aunque conseguir la información de todo el panorama puede ser difícil (especialmente cuando nos vamos más allá de los proveedores de primer nivel), obtener los datos que son realmente útiles y procesables, no lo es. En muchos casos, un enfoque gradual en la recopilación de datos puede aliviar la carga de trabajo. Por lo general, hemos comprobado que hasta el 80% de las emisiones de la cadena de suministro de una organización proceden de tan sólo una quinta parte de sus compras. Por ejemplo, en una empresa pública, vimos como sólo 20 proveedores eran responsables del 94% de sus emisiones de Alcance 3. Esto significa que era posible reducir a la mitad las emisiones centrándose en esos 20 proveedores.
Para las situaciones en las que las empresas no pueden obtener información directa de los proveedores, el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero les facilita el uso de promedios de la industria, aproximaciones y otras fuentes para calcular sus emisiones de Alcance 3. También hay información disponible útil en la Agencia Internacional de la Energía y en varios organismos gubernamentales.
En cualquier caso, el cálculo de las emisiones de Alcance 3 tiene sus desafíos, entre los que destacamos los cuatro más comunes:
La recopilación y comunicación de datos lleva mucho tiempo y consume muchos recursos como consecuencia de que las empresas dependen, en gran medida, de fuentes de terceros que hacen este tipo de estimaciones y ni siquiera son conscientes de cuál es su propia huella de carbono y cómo mejorarla.
Los modelos de cálculo de las emisiones de Alcance 3 pueden no estar lo suficientemente afinados como para apoyar las mejores decisiones de gestión o identificar distintas oportunidades para que una empresa reduzca las emisiones de carbono. Por ejemplo, los modelos de gasto, se basan en factores de emisión medios del sector y, por tanto, no reflejan necesariamente la huella de emisiones real de una empresa concreta.
Extrapolar los resultados de una pequeña muestra de proveedores es una práctica común (y útil) para estimar las emisiones de Alcance 3. Pero cuando se carece de los conocimientos estadísticos necesarios, los datos resultantes pueden ser poco fiables.
Incluso cuando las empresas cuentan con los conocimientos adecuados, a menudo carecen de una estructura organizacional y de procesos para supervisar la manera en la que se estiman, cuantifican y extrapolan los datos de Alcance 3 en la distintas partes de la compañía. Dado que estas actividades implican decisiones y juicios subjetivos en un proceso que, en su mayoría, no está regulado, se corre el riesgo de que lo único que se incluya en los informes de Alcance 3 sea lo que puede medirse con mayor facilidad, en lugar de partidas más relevantes en términos de emisiones.
A pesar de toda la complejidad que rodea a las emisiones de Alcance 3, una cosa sigue siendo sencilla: el objetivo final (de medirlas y hacer seguimiento) es apoyar las decisiones de gestión en las empresas que van a mitigar los efectos del cambio climático. Para los directivos de las compañías, la agenda de iniciativas resultante debería ser igualmente clara: aprovechar los datos para centrar los esfuerzos allá donde tengan el mayor impacto, establecer una línea de base y un punto de partida realista, priorizar los esfuerzos con los proveedores y crear incentivos para que se involucren.
¡Consulta más contenido de interés en PwC Insights! Haz clic aquí
El principal beneficiario de estas acciones será el ecosistema en general. Al fin y al cabo, las emisiones de Alcance 1 y 2 de una compañía, son las de Alcance 3 de otra. Y hasta que todas las empresas no midan, hagan seguimiento y comuniquen sus emisiones, la disponibilidad, la precisión y la transparencia de los datos seguirán siendo uno de los mayores retos para reducir las emisiones de carbono. ¿Quién más se puede beneficiar? La cuenta de resultados. El trabajo que realizan las empresas para abordar las emisiones de Alcance 3 puede ayudar a estrechar las relaciones con los proveedores y mejorar la colaboración, lo que, a su vez, puede llevar al ahorro de costes, a nuevas oportunidades de generación de ingresos, o a ambas cosas.
Es probable que, dentro de poco, no tengamos elección. Hasta ahora, la presentación de informes de Alcance 3 ha sido en su mayoría, voluntaria, pero la presión para que sea obligatoria es cada vez mayor. El Consejo Internacional de Normas de Sostenibilidad (ISSB), el Sistema Electrónico de Información sobre Subcontratación (eSRS) de EE.UU. y la Comisión de Valores y Bolsa de EE.UU. han elaborado recomendaciones que exigen la divulgación de las emisiones de Alcance 3, y el ISSB también exige información cualitativa para explicar cómo se han calculado las emisiones declaradas. Además, una reciente encuesta de PwC a 325 inversores (con 14 billones de dólares en activos gestionados), revela que más de un tercio de ellos identificó la reducción de las emisiones de Alcance 3 como una prioridad.
Las compañías con una visión a futuro ya están comenzando a desarrollar las capacidades y la experiencia que necesitarán para medir -y gestionar- sus emisiones de Alcance 3. Si apuestan por un enfoque gradual para la recogida de datos, las empresas pueden empezar a hacer progresos significativos ahora, antes de que sea demasiado tarde.
Este artículo se publicó originalmente en colaboración con The Climate Group como parte de la serie ejecutiva de patrocinio de la Semana del Clima NYC 2022.
Si te gustó este artículo, te recomendamos leer los siguientes:
Perfil de los autores:
Emma Cox es líder climática global en PwC. Ha trabajado en una amplia gama de proyectos relacionados con el clima tanto en el sector público como en el privado. Con sede en Londres, es socia de PwC UK.
Casey Herman lidera la práctica de ESG de PwC en los Estados Unidos. Con sede en Chicago, es socio de PwC US.
Este artículo está basado en el artículo "Tackling the scope 3 challenge" de PwC Global. La traducción y versión en español del texto original fue publicado en Ideas PwC, publicación online de PwC España. Esta adaptación se realizó desde PwC Colombia.