El cambio climático está alterando las cadenas de suministro globales, impactando la estabilidad de la economía, de las empresas y de las comunidades que dependen de nueve materias primas esenciales: maíz, arroz, trigo, cobalto, cobre, litio, hierro, zinc y aluminio. Estos minerales y metales son fundamentales para el transporte, la construcción, la industria manufacturera, la electrónica y la transición ecológica.
Por eso, el reciente informe “Climate risks to nine key commodities”, en el PwC ha realizado un análisis del impacto del cambio climático en la producción de estos recursos, PwC llevó a cabo un análisis exhaustivo que combinó modelización climática con datos de producción. Se utilizaron dos escenarios de emisiones: uno de bajas y otro de altas emisiones. Los riesgos fueron evaluados en tres momentos clave: el año 2020, 2035 y 2050. evaluando tanto la situación actual como las proyecciones hacia el 2050, destaca cómo los riesgos climáticos amenazan estas materias primas fundamentales, incluso en un escenario optimista caracterizado por bajas emisiones, y la importancia de tomar medidas para adaptarnos a un mundo más cálido.
Gran parte del suministro mundial de estos nueve productos básicos esenciales se produce en lugares cada vez más vulnerables al cambio climático.
La agricultura, considerada la industria más dependiente del agua en el mundo, consume aproximadamente el 70 % del suministro de agua dulce global. La sequía representa una amenaza significativa para el rendimiento de los cultivos, siendo especialmente crítica en el cultivo de arroz, trigo y maíz.
Por otro lado, en la industria minera, la escasez de agua compromete las operaciones que requieren un uso intensivo de este recurso, como la extracción y procesamiento de minerales, así como el control del polvo. Además, el estrés térmico puede reducir la productividad, e incluso poner en peligro la vida de los trabajadores de minas y granjas, que a menudo pasan muchas horas trabajando al aire libre, dónde están directamente expuestos a los efectos del calor y la humedad.
A continuación, se presentan los porcentajes de la capacidad de producción de cada producto básico que podrían ser afectados por el aumento del estrés térmico y la sequía, incluso en escenarios donde las emisiones globales de carbono se reduzcan drásticamente.
Hierro El 62 % de la producción de hierro estará en riesgo por estrés térmico en 2050.
Bauxita El 62 % de la producción de bauxita estará en riesgo por estrés térmico en 2050.
Zinc El 26 % de la producción de zinc estará en riesgo por estrés térmico en 2050.
Litio El 74 % de la producción de litio estará en riesgo por la sequía en 2050.
Cobalto El 74 % de la producción de cobalto estará en riesgo por la sequía en 2050.
Cobre El 54 % de la producción de cobre estará en riesgo por la sequía en 2050.
Maiz El 27 % de la producción de maíz estará en riesgo por estrés térmico en 2050.
Trigo El 36 % de la producción de trigo estará en riesgo por estrés térmico en 2050.
Arroz El 87 % de la producción de arroz estará en riesgo por estrés térmico en 2050.
Estos tres cultivos representan el 42 % de las calorías consumidas a nivel mundial. La alta concentración geográfica de su producción en unos pocos países aumenta el riesgo de desabastecimiento. Por ejemplo, el 90 % del arroz se cultiva en el sudeste asiático, una región particularmente vulnerable a eventos climáticos extremos. Según las proyecciones, para el 2050, más del 30 % del maíz y el 50 % del trigo estarán expuestos a condiciones de sequía significativa en un escenario de altas emisiones.
Fuente: Analisis de PwC
Tanto la sequía como el estrés térmico representan un peligro creciente para la producción de estos productos, con un incremento notable proyectado hacia el 2050.
Estos minerales son fundamentales para la tecnología, especialmente para el desarrollo de energías limpias. En la actualidad, la producción de litio está principalmente concentrada en Australia y Chile, mientras que la República Democrática del Congo lidera la producción de cobalto. Según el informe, para el año 2050, más del 70 % de la producción de cobalto y litio podría enfrentar un riesgo significativo de sequía en un escenario de bajas emisiones. Por lo tanto, es importante no dar por sentado que las futuras reducciones de emisiones garantizarán la protección frente a un clima cambiante. Incluso en un escenario optimista de bajas emisiones, se espera que los riesgos de estrés térmico y sequía aumenten significativamente para el año 2050.
Estos metales son vitales para diversas industrias. Se proyecta que para el 2050, más del 60 % de la producción mundial de bauxita (utilizada para la obtención de aluminio) y hierro podría enfrentar un riesgo significativo de estrés térmico. Además, aproximadamente el 40 % de la producción de zinc estaría en riesgo de verse afectada por la sequía en un escenario de altas emisiones.
La adaptación al cambio climático implica la capacidad de anticipar, gestionar y recuperarse de sus efectos. Por lo tanto, es fundamental comenzar por identificar de manera clara los riesgos asociados al clima en toda la cadena de valor.
Los analistas de riesgos climáticos desempeñan un papel crucial al identificar los riesgos presentes y futuros relacionados con el calor, la sequía y otros peligros derivados del cambio climático. De esta manera, pueden detectar los riesgos climáticos físicos específicos en cada etapa de la cadena de valor de una empresa.
Al mismo tiempo que se gestionan los riesgos climáticos, las empresas pueden aprovechar las oportunidades para ayudar a la comunidad empresarial y al ecosistema a adaptarse. Por ejemplo, las empresas pueden revisar cómo sus productos y servicios actuales o nuevos pueden respaldar la adaptación, así como invertir en investigación, desarrollo e innovación de soluciones adaptativas.
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Colaborar con otras empresas y partes interesadas para el desarrollo y despliegue de nuevas soluciones a escala es una estrategia efectiva. Un número considerable de empresas se involucran en acciones climáticas, operando en ecosistemas donde desarrollan nuevas medidas para respaldar sus operaciones a largo plazo. Este compromiso garantiza la protección tanto de sus propios intereses estratégicos como de los de las generaciones futuras.
Un ejemplo concreto es el compromiso de empresas mineras y agrícolas, las cuales están integrando conocimientos provenientes del ámbito académico y de la investigación. Asimismo, establecen alianzas con innovadores tecnológicos, mantienen diálogos con reguladores e inversores y se esfuerzan por comprender las perspectivas de las comunidades locales.
Estos hallazgos resaltan la importancia de tomar medidas conjuntas para hacer frente a un futuro climático desafiante, garantizando así la sostenibilidad de estas materias primas cruciales para la economía mundial.
Este artículo está basado en el artículo “Climate risks to nine key commodities” de PwC Global Esta versión es organizada y revisada por PwC Colombia.