Paola Nigrinis Name
Gerente Senior Centro de Conocimiento y Experiencia PwC Colombia.
El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, fue el momento ideal para evaluar el camino recorrido hasta hoy y reflexionar sobre las acciones que se están ejecutando en el presente para avanzar hacia la equidad de género, sobre todo, después de muchos retrocesos durante la pandemia. Es importante comprender ¿Qué nos queda por hacer en el futuro?
Organizaciones internacionales presentaron cifras alarmantes relacionadas con la cantidad de años que nos puede tomar alcanzar la equidad de género en el trabajo, combatir la brecha salarial, disminuir la inequidad en el acceso a la educación de niñas y mujeres en Irán, Afganistán y en otros países. Los anteriores son tan solo algunos de los retos que marcan el camino que nos hace falta recorrer, y nos permite comprender en dónde ponemos la lupa y hacia dónde volcamos los esfuerzos civiles, institucionales y de Gobierno para cambiar la tendencia en los resultados y volver a las cifras que teníamos antes de la pandemia.
Los avances hacia la igualdad de género “se están desvaneciendo ante nuestros ojos”, mencionó recientemente el Secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, en su intervención en la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer. Alcanzar la igualdad de género, en todas sus perspectivas, está a 300 años de distancia, según las últimas estimaciones de ONU Mujeres.
El Índice de mujeres en el trabajo de PwC tampoco alcanzó las cifras pre-pandemia, camino al progreso hacia la igualdad. “Una mujer de 18 años que ingresa hoy a la fuerza laboral no verá igualdad salarial en toda su vida laboral. Al ritmo al que se está cerrando la brecha salarial de género, se necesitarán más de 50 años para alcanzar la paridad salarial”, asegura Larice Stielow, Senior Economist de PwC UK.
Otro de los hallazgos que más llama la atención en la undécima edición del Índice de Mujeres en el Trabajo (WiW) de PwC UK, es que la pandemia destacó y amplificó las desigualdades de género en el cuidado infantil no remunerado. Según este estudio, las mujeres dedican un promedio de 8 horas semanales más que los hombres al cuidado de niños y de los adultos mayores. Por otro lado, vemos claramente que el progreso hacia la igualdad de género en el trabajo, para todos los países que hacen parte de la OCDE (La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), ha sido lento en los últimos 10 años, y al ritmo actual, tardaremos más de 5 décadas para ponernos al día.
De la misma forma, el último PwC’s Global Workforce Hopes and Fears Survey revela que, aunque las mujeres han tenido mayor acceso a educación formal y no formal en las últimas décadas, aún se mantiene una brecha en la formación de hombres y de mujeres en los entornos laborales.
¿Realmente qué significado le estamos dando a estas palabras que tienen tanta fuerza como poder? ¿Qué relación tiene la capacitación con el empoderamiento?
Son dos palabras complementarias sin duda: para empoderar se necesita formar. Ya hemos puesto en manifiesto la brecha de las mujeres en el trabajo, pero veamos entonces la importancia del empoderamiento a través de la educación.
El empoderamiento realmente importa y es una palanca fundamental para mejorar la igualdad de género e impulsar el progreso de las mujeres en el entorno laboral. Las mujeres que avanzan en su formación tienen muchas más probabilidades de pedir un aumento de sueldo (55%) y un ascenso (52%). También son más propensas a expresar que están satisfechas con su trabajo (54%), en comparación con el 25% restante (29 puntos de diferencia). Un lugar de trabajo en el que las mujeres se sientan recompensadas justamente genera en ellas autonomía, significado, pertenencia e impacto.
Según nuestros índices de empoderamiento, las mujeres más empoderadas trabajan en primer lugar, en el sector de Tecnología, Medios de Comunicación y Telecomunicaciones. Le siguen los sectores de Servicios Financieros y Energía, Servicios Públicos y Recursos en el segundo y tercer lugar respectivamente.
Cuanto más alto es el cargo que ocupan las mujeres, mayor es su nivel de autonomía en el trabajo. El temor a que aumenten las exigencias en el trabajo puede ser un factor que frene a las mujeres a aceptar cargos con mayor responsabilidad, cuando en realidad el control y la autonomía son directamente proporcionales al nivel del cargo. El mensaje anterior es el que debería propagarse para destacar los beneficios de la promoción profesional para las mujeres.
La formación en habilidades esenciales es otro de los factores fundamentales cuando hablamos de empoderamiento. Este tipo de formación, facilita que las mujeres hagan una evaluación interna, sean conscientes de su potencial y de esta forma, puedan explotar sus habilidades y destrezas de la mejor manera, para ponerlas al servicio de otras mujeres y de la sociedad.
Por todo lo anterior, el llamado urgente se basa en seguir trabajando incansablemente en diseñar estrategias e iniciativas que tengan un impacto concreto y real para empoderar a la fuerza laboral femenina por medio de la formación, y en fortalecer el liderazgo femenino, ya que todo esto impacta positivamente a toda la sociedad, pues las mujeres representan la fuerza que da vida al mundo. Una mujer empoderada genera una familia fortalecida, una comunidad consolidada y una sociedad desarrollada.