Los impuestos en la conversación sobre ESG
Mayo 9, 2022
Considerar la información fiscal a través de una lente ESG puede ayudar a las empresas a generar confianza y demostrar su compromiso con la sostenibilidad y la responsabilidad social.
Mayo 9, 2022
Considerar la información fiscal a través de una lente ESG puede ayudar a las empresas a generar confianza y demostrar su compromiso con la sostenibilidad y la responsabilidad social.
El enfoque fiscal de una empresa ya no es sólo una cuestión de cumplimiento. En el contexto del imperativo medioambiental, social y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés), se está convirtiendo en un poderoso indicador de cómo una empresa ve su papel en la sociedad y su compromiso con su propósito. Es un elemento crítico de la contribución social de una empresa, parte de la "S" de ESG.
La obtención de esta narrativa tiene importantes ventajas. Considerar la información fiscal a través de un lente ESG tiene el potencial de contar una historia más holística y relevante sobre el propósito de una empresa, creando así confianza y a diferencia de, por ejemplo, un compromiso de emisiones netas cero, que podría llevar años documentar y lograr, la "huella" fiscal de una empresa -cuánto se paga de impuestos y a quién- es algo sobre lo que las partes interesadas piden cada vez más a una empresa que informe. En consecuencia, los inversores se fijan cada vez más en la forma en que las empresas gestionan sus asuntos fiscales como un primer indicador de cómo podrían gestionar otros aspectos de la agenda ESG.
Por lo tanto, la creación de confianza en la información fiscal tiene el potencial de traducirse en la creación de confianza en otras áreas. Y los informes ESG presentan una nueva oportunidad para replantear los informes fiscales como algo positivo para las empresas, y ya no como algo a lo que temer. Forma parte de un movimiento más amplio para alinear mejor a las empresas con las sociedades en las que operan y los ciudadanos a los que sirven.
No hace tanto tiempo que la información fiscal se dirigía a los inversores y se centraba principalmente en el tipo efectivo del impuesto de sociedades. Eso ha cambiado porque el contexto ha cambiado. Hoy en día, la información fiscal debe dirigirse cada vez más a un público más amplio, incluidos clientes y empleados, y puede abarcar temas como la estrategia y la gobernanza, además de las cifras. Se trata de un tema complejo, y las empresas no deben subestimar el tiempo que puede llevarles recopilar y analizar los datos fiscales y, a continuación, explicarlos de forma que generen confianza y sean significativos para sus inversores y otras partes interesadas.
Hay tres formas en las que un enfoque de información ESG puede mejorar la transparencia y afectar a la forma en que se considera la información fiscal. En primer lugar, aumenta el alcance de la información a factores materiales no financieros, como las emisiones de carbono y la diversidad racial y de género en el lugar de trabajo, que a su vez tienen implicaciones fiscales. En segundo lugar, pone de relieve el vínculo entre la gobernanza y la transparencia, que es la base de la confianza. Y en tercer lugar, un enfoque basado en ESG para la información fiscal es algo más que la publicación de datos; se trata de tener una estrategia fiscal, y una narrativa en torno a esa estrategia, que están alineados con los valores generales de la empresa.
La naturaleza de los informes sobre ESG - especialmente a medida que la información se codifica y estandariza - también permite realizar comparaciones más rigurosas de los resultados de las empresas en función de una gama mucho más amplia de criterios. Esto, a su vez, da a las partes interesadas un mayor margen para sacar conclusiones no sólo sobre los resultados financieros de una empresa, sino sobre su sentido de la responsabilidad social y de los objetivos. Los informes ESG también ayudan a las empresas a saber cuál es su posición en relación con sus pares y competidores.
La presión sobre las empresas - de los gobiernos, los inversores, los reguladores, los medios de comunicación, la sociedad civil y el público - para que revelen más sobre los impuestos que pagan ha ido aumentando durante años. Esto es especialmente cierto para las empresas multinacionales. En 2015, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y los países del G20 adoptaron formalmente una forma de información país por país (CbCR) como parte de la iniciativa de la OCDE sobre la erosión de la base imponible y el traslado de beneficios (BEPS), el proyecto multinacional para abordar las lagunas y desajustes entre los sistemas fiscales de los distintos países (ver cronología). La información cubierta por esos esfuerzos es para las autoridades fiscales, no para el público, pero CbCR se ha convertido desde entonces en un concepto establecido en los esfuerzos para aumentar la transparencia más ampliamente en el sistema fiscal internacional. Una nueva directiva de la UE que entró en vigor en diciembre de 2021 hace obligatoria una forma de información pública país por país para muchas empresas que operan en la UE. Es poco probable que sea la última normativa que exija más transparencia fiscal.
Los organismos de normalización y los reguladores también siguen desarrollando marcos para la presentación de informes ESG. La "taxonomía verde" de la UE, por ejemplo, es un sistema de clasificación diseñado para proporcionar claridad a los inversores que buscan calibrar la sostenibilidad medioambiental de diversas actividades económicas. Un proyecto de informe sobre una "taxonomía social" de estructura similar, publicado por la UE en julio del 2021, sugiere que un futuro sistema de clasificación contendrá parámetros de transparencia fiscal y planificación fiscal no agresiva. También la SEC está evaluando los requisitos de información. El goteo que comenzó hace casi dos décadas (véase la cronología) se ha convertido ahora en una inundación.
Aunque la presentación de informes ESG no financieros es voluntaria, muchas empresas se están preparando para un futuro en el que se convierta en un requisito legal. Más de 10.000 organizaciones de 100 países utilizan las normas de la Iniciativa de Información Global (GRI, por sus siglas en inglés), que incluyen la información sobre impuestos. Unas 120 empresas son miembros del Consejo Empresarial Internacional del Foro Económico Mundial, que ha hecho de la información fiscal un componente básico de sus indicadores de información ESG, publicados por el FEM en 2020.
Dada la variedad de perspectivas y el creciente número de marcos de información voluntarios y obligatorios, ¿cuál es la mejor manera de que las empresas respondan? Algunos de los primeros en adoptarlos pueden servir de inspiración. La empresa minera Anglo-American, por ejemplo, lleva siete años publicando su Informe de Contribuciones Económicas y Fiscales, no sólo para contar su propia historia, sino también para proporcionar información que pueda ayudar al público a pedir cuentas a su gobierno. Del mismo modo, la compañía de telecomunicaciones Vodafone comenzó a publicar detalles de todos sus asuntos fiscales, país por país, en junio de 2013.
Cada vez más empresas optan por centrar sus informes -como recomienda el Consejo Empresarial Internacional- en la contribución fiscal total en todos los ámbitos de la fiscalidad y los incentivos fiscales. Esto puede incluir los impuestos sobre la renta y la seguridad social, así como los impuestos sobre el carbono y las exenciones fiscales a la inversión. El informe anual de transparencia fiscal de PwC UK, publicado en junio de 2021, descubrió que 47 empresas del FTSE 100 realizaron divulgaciones de contribución fiscal total en 2020, frente a las 34 de 2018. Este aumento refleja un deseo creciente de llevar la conversación más allá del impuesto de sociedades.
Recopilar datos sobre todos los impuestos pagados por un grupo multinacional complejo siempre ha sido un reto. Por ahora, la divulgación robusta, aunque está creciendo rápidamente, sigue siendo la excepción. Es importante decir de antemano que no hay un enfoque único y que, dependiendo de la geografía, el sector y otros factores, las diferentes empresas llegarán a diferentes conclusiones en diferentes momentos sobre la cantidad y el tipo de información que debe revelarse para generar confianza.
Los impuestos son complicados, fácilmente incomprensibles y, a veces, abrumadores. Además de los principales impuestos sobre los beneficios, la renta, el consumo y la propiedad, existen ya más de 1.000 impuestos medioambientales sólo en los países miembros de la OCDE, según un análisis de PwC de la base de datos de Instrumentos Políticos para el Medio Ambiente de la OCDE, y la lista cambia constantemente.
Entender las implicaciones de todo esto a escala global es complejo. Por eso es tan importante una narración que explique los conceptos en los que se basa la estrategia fiscal de una empresa, sobre todo teniendo en cuenta la probabilidad de que haya futuros incentivos fiscales para el crecimiento ambientalmente sostenible. Por ejemplo, si la inversión de una empresa en una nueva tecnología respetuosa con el medio ambiente le permite reclamar un incentivo fiscal y, por tanto, reducir su factura fiscal, esa empresa, en ausencia de una narrativa sólida, puede ser acusada de evasión fiscal en lugar de ser reconocida por su inversión proactiva.
Para garantizar que los informes sean realmente informativos, las empresas tendrán que determinar qué información, tanto cualitativa como cuantitativa, es la más relevante para sus partes interesadas. Reunir, verificar y comprender esta información, y luego decidir qué partes incluir en la información, lleva tiempo y esfuerzo, pero las empresas que no inicien este proceso con suficiente antelación se encontrarán en desventaja cuando llegue el momento de responder a las preguntas clave de los inversores y los clientes. Las empresas que buscan construir una narrativa que conecte las prácticas fiscales con los valores y las estrategias, y que al mismo tiempo demuestra a las partes interesadas su compromiso con los imperativos ESG, deben tener en cuenta lo siguiente:
1. Comprender sus propios hechos: Comprender sus propios datos: Los consejos de administración, los equipos directivos y los responsables de tributación deben comprender la situación fiscal de su empresa no solo desde el punto de vista de los accionistas, que se centran en los estados financieros consolidados, sino también desde la perspectiva de los inversores centrados en ESG, así como de los empleados, la sociedad civil y las autoridades fiscales nacionales. Esto requiere un compromiso de tiempo y recursos porque, como se ha señalado anteriormente, los impuestos son complicados y cambian todo el tiempo.
2. Colaborar y consultar: Los departamentos fiscales deben involucrar a toda la empresa para alinear la estrategia fiscal con la estrategia corporativa más amplia. La revolución ESG cambiará la forma de operar de las empresas en todos los sectores, provocando cambios en el lugar donde operan las empresas, en sus cadenas de suministro y en sus adquisiciones y cesiones. Casi todas las decisiones empresariales tienen un impacto fiscal, y estos impactos tendrán una mayor visibilidad en las revelaciones fiscales más amplias que probablemente figuren de forma más prominente en los informes ESG. Considerar el impacto fiscal desde el principio ayudará a las empresas a entender y desarrollar la narrativa fiscal que acompaña a estas transformaciones a largo plazo.
3. Comunicar con claridad: La información fiscal suele ser leída por personas que no están familiarizadas con las complejidades de la fiscalidad y el cumplimiento de la normativa, por lo que dedicar tiempo a desarrollar y comunicar una narrativa fiscal puede evitar malentendidos. Hacerlo también genera confianza. Es esencial tener en cuenta cómo se ve su empresa cuando sus decisiones fiscales se ven a través de las lentes ESG y de las partes interesadas.
4. Establecer puntos de referencia y mirar al futuro: Los directivos de las empresas deben pensar en cómo se comparan con sus pares a lo largo del tiempo y tenerlo en cuenta a la hora de desarrollar sus informes fiscales. Sólo unas pocas empresas querrán ser líderes en informes fiscales, pero aún menos querrán quedarse atrás. Los líderes también deben prestar atención a los cambios en las opiniones de las partes interesadas y a los nuevos parámetros y requisitos de información, por ejemplo, la inclusión de los impuestos en las puntuaciones ESG de las agencias de calificación y la Directiva de Responsabilidad Social Corporativa de la UE.
Un enfoque meditado sobre la transparencia fiscal y la gobernanza fiscal, y lo que dicen sobre el liderazgo, tiene un papel importante que desempeñar cuando las empresas buscan comprometerse con las cuestiones ESG, crear confianza y volver a alinearse con sus grupos de interés más amplios. Por eso es importante articular la estrategia fiscal de una empresa de la forma más clara posible.
Will Morris es el subdirector de política fiscal mundial de PwC. Ha trabajado en el Tesoro estadounidense y en la industria, y ahora es asesor. También ocupa puestos de liderazgo en Negocios en la OCDE (BIAC) y en la Cámara de Comercio Americana ante la Unión Europea.
Edwin Visseres es el líder de política fiscal de PwC en EMEA y tiene una amplia experiencia en política fiscal internacional, habiendo trabajado para el gobierno holandés y con empresas. Con sede en Ámsterdam, es socio de PwC Holanda.