Para mejorar este patrón, conecte y combine a los especialistas en cultura y estrategia, ya sea en un equipo integrado o en flujos de trabajo coordinados. La gente de estrategia debe compartir las hipótesis, posibilidades y opciones emergentes, mientras que la gente de cultura señala los puntos fuertes, las limitaciones y los problemas de la cultura existente. Ambos deben complementarse con lo que Jon Katzenbach, del Centro Katzenbach de Strategy&, la empresa de consultoría estratégica de PwC, llama los auténticos líderes informales (AIL por sus siglas en inglés) que defienden la evolución de la cultura, desde su posición de influencia en toda la organización (véase "Estrategia y cultura", más adelante). Los AIL también se convierten en asesores de confianza en el proceso de estrategia, modelan los comportamientos futuros y defienden la estrategia.
Este es el enfoque que utilizó el Grupo Lindström, una empresa europea líder en el alquiler de textiles con sede en Finlandia, en el desarrollo de su estrategia para 2025. El equipo de estrategia, dirigido por Kati Järvi, trabajó con RRHH para que ambos equipos renovaran sus principios de liderazgo, que jugaban con los puntos fuertes de su cultura ("nos preocupamos") y sus aspiraciones para su desarrollo ("nos atrevemos") con el fin de apoyar la ejecución de su estrategia.
Conectar los equipos de estrategia y los de RRHH es un buen comienzo, pero no es suficiente. Es necesario crear un lenguaje común para que lo utilicen, como defienden Charles H. Kepner y Hirotsugu Iikubo en su libro Managing Beyond the Ordinary. Desarrollar un glosario de términos y conceptos que formen parte del enfoque. Empiece por lo básico de lo que entendemos por estrategia y cultura y pase a términos específicos, como valores, rasgos y comportamientos (en cultura), y ventaja, propuesta de valor, modelo de negocio y capacidades (en estrategia). Incluya términos que se apliquen a ambos, como señales débiles de cambio, un término acuñado por Rita McGrath, profesora de gestión de la Columbia Business School. Una señal débil de cambio es el primer indicador de un problema emergente que puede llegar a ser importante en el futuro, ya sea fuera de la organización (por ejemplo, comportamientos de los clientes, intervenciones normativas, desarrollos tecnológicos) o dentro (por ejemplo, el sentimiento de los empleados).
Si se está embarcando en un esfuerzo por vincular la estrategia y la cultura, pregúntese: