Los estafadores son muy ágiles y adaptan constantemente sus métodos para intentar robar información y dinero a las víctimas potenciales. Además de causar una importante angustia financiera y emocional a sus víctimas, los estafadores dañan el crecimiento económico en general al socavar la confianza.
En 2024, el fraude ha estado presente, como nunca visto, en las agendas de los líderes. En todas las industrias, las empresas están respondiendo a las nuevas leyes relacionadas con los delitos económicos. Por esta razón, hemos colaborado con Stop Scams UK para explorar el futuro del fraude y las estafas.
Si bien se ha avanzado mucho para abordar el fraude en los últimos años, queda un largo camino por recorrer para resolver el problema. Este año, hemos aprovechado la oportunidad para mirar hacia el futuro y considerar cómo podrían evolucionar las amenazas de fraude y cómo podría ser la siguiente fase de la estrategia contra el este.
En junio de 2024, Stop Scams UK y el equipo de fraude bancario y de pagos de PwC en el Reino Unido reunieron a un grupo de líderes de alto nivel de toda la industria para desarrollar una visión compartida de un marco anti-estafas futurista.
El evento reunió a 30 representantes de bancos, empresas de tecnología y telecomunicaciones, así como expertos en fraude y especialistas del mundo académico.
El objetivo del evento fue recopilar la opinión de expertos sobre el posible entorno futuro del fraude e identificar los cambios necesarios en los enfoques anti-estafa para enfrentar de manera efectiva los desafíos por venir.
La industria y los expertos en fraude que asistieron al evento coincidieron en que el panorama de las amenazas de fraude evolucionará rápidamente durante la próxima década, impulsado por la adopción de tecnologías cada vez más sofisticadas por parte de los estafadores.
El debate se centró en dos áreas clave de evolución:
Volumen: la creciente adopción de herramientas de automatización e IA generativa por parte de los estafadores impulsará un aumento en el volumen de amenazas de fraude durante la segunda mitad de la década de 2020. Estas tecnologías potenciarán la capacidad de los estafadores para operar a gran escala, permitiéndoles implementar ataques masivos a través de múltiples canales simultáneamente para llegar a más víctimas potenciales.
Sofisticación: la tecnología permitirá a los estafadores desarrollar estafas más avanzadas, que resultarán cada vez más difíciles de reconocer como maliciosas. Los delincuentes podrán crear enfoques altamente personalizados, utilizando falsificaciones hiperrealistas y clones de voz, adaptando además sus tácticas con base en información personal disponible en línea. La tecnología también les facilitará investigar de manera proactiva los sistemas y procesos empresariales.
En esta sección imaginamos cómo puede evolucionar el panorama de la amenaza de estafas y brindamos nuestra perspectiva sobre las características clave de cómo podría ser una respuesta ambiciosa de todo el sistema para la década 2030. Esta sección es ficticia y está escrita desde la perspectiva de esta década, mirando hacia atrás en lo que podría lograrse si imaginamos que se implementan los cambios recomendados por la industria.
Nuestro objetivo de escribir desde una perspectiva de futuro es centrarnos en lo que podría lograrse en lugar de los pasos necesarios para llegar allí.
Nuestro futuro imaginado es hipotético, pero ha sido informado por las discusiones al respecto, así como nuestras conversaciones más amplias con los clientes y por nuestro trabajo para abordar el fraude y las estafas tanto en los sectores público como privado. Reconocemos que este es un problema altamente complejo y que no tenemos todas las respuestas, pero esperamos que nuestro futuro imaginado genere ideas y provoque debate sobre la próxima etapa de la estrategia contra las estafas.
El mercado ha logrado detener muchas estafas de alto valor, pero se ha visto obligado a desarrollar nuevos enfoques a medida que los defraudadores recurren a tácticas de alto volumen y bajo valor, así como a los micro fraudes.
Este tipo de fraudes de escaso valor resulta difícil de distinguir de transacciones legítimas de clientes, y las intervenciones son complejas porque los consumidores demandan experiencias de pago sin fricciones. Además, los costes operativos de intervenir en transacciones de bajo valor no siempre son proporcionales al riesgo, aunque las pérdidas por fraude en múltiples pagos pueden acumularse rápidamente.
Los delincuentes adaptan sus tácticas a los diferentes grupos de la sociedad según su comportamiento en línea y las plataformas que eligen, factores que suelen estar relacionados con la edad.
Los usuarios más jóvenes, por ejemplo, prefieren plataformas donde la interacción es mayormente anónima, lo que facilita a los estafadores utilizar algoritmos para promover contenido malicioso y altamente personalizado.
Los usuarios de mediana edad suelen emplear varias plataformas con perfiles públicos y privados separados, reservados a amigos y familiares. En estos casos, los delincuentes recurren a deepfakes, imagen o un audio generado que imita la apariencia y el sonido de una persona, para infiltrarse en sus redes privadas y manipularlos desde adentro.
Por otro lado, los usuarios mayores suelen documentar más su vida en perfiles públicos, lo que los hace más vulnerables a estafas personalizadas en las que los defraudadores ajustan su contenido a los intereses y experiencias recientes de cada individuo.
El surgimiento de espacios virtuales y plataformas de metaverso ha creado nuevos canales no regulados que los delincuentes aprovechan para acercarse a sus víctimas potenciales.
Estos nuevos entornos, junto con la diversidad de canales de mensajería actuales, añaden una capa de complejidad a las actividades de vigilancia, dificultando aún más el control de amenazas.
A medida que se han fortalecido las protecciones en torno a los servicios bancarios, las amenazas de estafa se han trasladado a otras reservas de valor y plataformas en línea con billeteras digitales.
Las plataformas de redes sociales y las tiendas en línea se han integrado con proveedores de pago no tradicionales, incluidos los "puntos para pagar" y los tokens de contenido ganados. Los creadores de contenido profesionales y ocasionales ganan puntos o crean otras reservas de valor en línea que se pueden canjear por compras dentro de la aplicación o cobrar en ciertos umbrales. Los delincuentes apuntaron a estas reservas de valor a través de la ingeniería social y la apropiación de cuentas.
Los delincuentes se han centrado cada vez más en las empresas que buscan mayores ganancias. Los estafadores profesionales invierten meses investigando una sola empresa para localizar puntos de vulnerabilidad, utilizando ataques cibernéticos para recopilar información que se puede utilizar para adaptar los ataques.
Las continuas presiones del costo de vida han presentado oportunidades para que los delincuentes ofrezcan incentivos a los insiders para divulgar información confidencial. Ha habido una serie de casos en los medios de comunicación donde personas con información privilegiada han facilitado estafas contra sus empleadores, lo que subraya la importancia de la vigilancia de amenazas internas y la investigación de empleo.
Los deepfakes y los clones de voz se han vuelto omnipresentes en las estafas, con delincuentes que usan voces clonadas de amigos o familiares conocidos para engañar a las víctimas.
Los clientes de mayor edad son especialmente vulnerables, ya que están menos familiarizados con la distorsión y clonación de voz, algo que es común en las redes sociales usadas por generaciones más jóvenes.
La automatización también ha permitido a los delincuentes reaccionar ante eventos actuales casi al instante. Utilizan monitoreo automatizado para escanear noticias internacionales y detectar eventos que puedan servir de base para una estafa. Así, ajustan sus tácticas según los acontecimientos, enfocándose en grupos y comunidades específicas que puedan ser más vulnerables.
Los estafadores combinan técnicas de robo de identidad con herramientas de manipulación de documentos impulsadas por IA para crear identidades falsas y acceder a servicios y líneas de crédito, construyendo así una fachada para sus estafas. Las guías prácticas sobre fraude de identidad son fácilmente accesibles en línea, y la automatización permite a los delincuentes generar rápidamente historiales crediticios y perfiles en línea, creando huellas de datos que aparentan ser genuinas.
La concienciación sobre las estafas es fundamental, ya que el uso de herramientas de protección varía considerablemente y la cautela de los consumidores es desigual. Algunos consumidores, especialmente aquellos que han crecido con medidas de protección contra estafas, tienden a ser menos cautelosos y están dispuestos a asumir riesgos en busca de buenas ofertas, ya que las estafas relacionadas con compras de bajo valor son comunes.
El reembolso y la denuncia automática han hecho que las víctimas se sientan más cómodas al reportar estafas. Los clientes afectados pueden informar sobre una estafa y recibir el reembolso sin necesidad de interactuar con una persona real. Este proceso ha acelerado los plazos de reembolso y reducido los costes operativos, aunque también ha limitado las oportunidades para ofrecer asesoramiento personalizado y educación sobre cómo evitar futuros fraudes.
Ante esta situación, los bancos y otros proveedores están colaborando con servicios especializados para ayudar a los clientes a abordar el daño emocional y psicológico que pueden sufrir las víctimas, un efecto que se ha intensificado por la naturaleza cada vez más personalizada de las tácticas de los estafadores.
El contenido completamente sintético y los medios mejorados con IA son omnipresentes en nuestra sociedad. Los consumidores han llegado a esperar interactuar con este tipo de contenido, y el uso de deepfakes ya no se considera automáticamente una señal de alerta de estafa. Aunque los consumidores son más conscientes del contenido sintético y las plataformas advierten a sus usuarios cuando lo detectan, la ubiquidad de estos medios ha dificultado la distinción entre su uso legítimo y el malicioso.
A los consumidores se les advierte regularmente sobre los riesgos de fraude al operar en línea y realizar pagos, pero esto ha dado lugar a una "fatiga de mensajes", lo que lleva a muchos a pasar por alto advertencias genéricas. Para contrarrestar esto, las plataformas han estado probando técnicas innovadoras que utilizan la ciencia del comportamiento para involucrar a los clientes y desencadenar una respuesta efectiva.
Se alienta a los clientes a ser proactivos en la comunicación sobre pagos inminentes y cambios en sus circunstancias personales. Algunos bancos han implementado períodos de "calentamiento" para pagos de gran valor, exigiendo un aviso previo para abordar la táctica de urgencia que suelen emplear los estafadores.
Además, los proveedores de servicios se comunican periódicamente con los clientes a través de administradores de relaciones sintéticos, ofreciendo una experiencia más personalizada y apoyando el modelado predictivo sobre la vulnerabilidad a las estafas.
La estrategia contra el delito económico de 2025 establece una visión para un futuro de lucha contra las estafas, fundamentado en la colaboración entre el sector público y privado.
Aprovechando los logros alcanzados en la primera mitad de la década, la estrategia busca centralizar el liderazgo y la supervisión, al mismo tiempo que promueve la innovación y el desarrollo de capacidades en todos los sectores del ecosistema.
Además, define las competencias clave necesarias para enfrentar las amenazas actuales y emergentes, y presenta una hoja de ruta coherente de cinco años para su desarrollo, basándose en los sistemas y experiencias existentes.
La estrategia 2025 anunció la creación de un nuevo Consejo de Defensa de Delitos Económicos (ECDC, por sus siglas en inglés), de carácter público-privado y de alcance nacional en el Reino Unido. Su objetivo es proporcionar un liderazgo integral del sistema y coordinar la amplia gama de agencias de aplicación de la ley, departamentos gubernamentales y organizaciones del sector privado involucradas en el ecosistema anti-estafa. Además, el ECDC liderará los esfuerzos para fortalecer la colaboración internacional.
La Cumbre Mundial sobre el Fraude, que se celebra de forma bianual, se ha consolidado como un evento permanente dentro de la comunidad internacional tras el éxito de la primera edición realizada en el Reino Unido en 2024. Las reuniones periódicas de la cumbre han sido fundamentales para mantener abiertas las líneas de diálogo entre los gobiernos nacionales y establecer una comunicación consistente entre las autoridades responsables. Para principios de la década de 2030, se espera que muchos otros países hayan implementado versiones equivalentes del ECDC, facilitando líneas de comunicación claras con las autoridades nacionales encargadas de coordinar las actividades contra las estafas.
Un modelo de API abierta permite a los usuarios autorizados del sector público y privado acceder a conjuntos de datos relevantes y aplicar análisis personalizados para respaldar una amplia gama de casos de uso. Este acceso a una variada gama de puntos de datos para organizaciones públicas y privadas autorizadas, en el marco de esta colaboración, no solo respalda la prevención y la seguridad del fraude, sino que también reduce los costos para las organizaciones individuales, liberando recursos para invertir en el crecimiento empresarial.
Desarrollar una respuesta eficaz a las estafas es un imperativo tanto ético como económico. Además de proteger a los consumidores de los daños emocionales y psicológicos significativos que pueden causar estas estafas, una respuesta más efectiva fomentará la confianza y generará seguridad en los procesos comerciales. También evitará la pérdida de dinero en la economía legítima e impulsará la eficiencia al aprovechar el efecto multiplicador de la colaboración entre diversas organizaciones que trabajan juntas para combatir los delitos económicos.
Si bien es cierto que los estafadores continuarán intentando robar dinero utilizando técnicas cada vez más sofisticadas, también podemos estar seguros de que el mercado seguirá innovando y desarrollando capacidades anti-estafa más potentes. La colaboración entre sectores nunca ha sido tan fuerte, y aunque las amenazas actuales y emergentes son graves, debemos confiar en que es posible cambiar el rumbo de las estafas, implementando sistemas y plataformas que queden completamente fuera del alcance de los defraudadores.
Este artículo está basado en el artículo “A hypothetical view of fraud from the 2030s. The future of fraud” de PwC UK. Esta versión es organizada y revisada por PwC Colombia.