Cómo la Política Monetaria impacta en la Gestión de Riesgos

Debido a las difíciles condiciones financieras, tensiones políticas y una alta inflación, las perspectivas económicas del Banco Mundial proyectan una desaceleración del crecimiento económico mundial del  2.1 % para el año 2023. A partir de este panorama surge la imperante necesidad de estabilizar los precios y fomentar un crecimiento económico sostenible. Lo anterior, demanda acciones concretas, por parte de los gobiernos, relacionadas con ajustar las tasas de interés y, por consiguiente, la adopción de una postura contractiva frente a la política monetaria, con el propósito de alcanzar la meta de inflación a largo plazo, en cada país. Al mismo tiempo, estas acciones implican adecuar la demanda, según la capacidad productiva de la economía en cada país, y mantener una posición externa sostenible.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha emitido recomendaciones para los bancos centrales de todo el mundo, instándolos a que continúen con su estrategia económica y a mantenerse alerta en la lucha en contra de la subida de los precios. Además, advierte que la economía mundial podría no crecer al ritmo esperado, debido a la presencia de ciertos riesgos. La persistencia de una inflación elevada, caracterizada por el aumento de los precios, podría mantenerse o incluso intensificarse, en caso de imprevistos, como tensiones en Ucrania o eventos climáticos extremos. 

De acuerdo con lo indicado por el FMI  en su publicación "Resiliencia en el corto plazo y retos persistentes", este escenario podría llevar a los bancos centrales a adoptar medidas más estrictas para controlar la situación económica. Asimismo, el informe señala una alta probabilidad del resurgimiento de problemas en el sistema financiero a medida que los mercados se adaptan a las políticas, cada vez más restrictivas, de los bancos centrales. 

En Estados Unidos, la Reserva Federal (FED) ha estado aumentando la tasa de interés. En su más reciente encuentro, optó por un incremento de un 0,25 %, con lo que alcanzó un nivel del 5,50 %, el más alto en los últimos 22 años. Esta acción resulta en un encarecimiento del crédito y en la reducción del gasto, lo que, a su vez, disminuye la presión sobre los precios. Sin embargo, la especulación en torno a este aumento de tasas tuvo un impacto significativo en el mercado de Wall Street, que resultó en una caída del 0,14 % en el indicador principal Dow Jones Industrial, el 26 de julio de 2023. Paralelamente, durante el mes de julio de este mismo año, la Unión Europea también decidió aumentar sus tasas de interés en 25 puntos básicos.

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En el caso específico de Colombia, durante las sesiones de la Junta Directiva del Banco de la República, celebradas el 6 de julio de 2023, se destacó la persistencia de los riesgos que podrían incidir en la evolución de la inflación. Estos riesgos incluyen el fenómeno de El Niño, aumentos esperados en los precios de los combustibles y la incertidumbre en el entorno económico global. Dadas estas circunstancias, los miembros de la junta respaldaron de manera unánime la decisión de mantener constante la tasa de interés de intervención en 13,25 %. Además, subrayaron que las condiciones aún no son las adecuadas para iniciar un proceso de relajación en cuanto a la política monetaria.

No obstante, las medidas adoptadas por el mercado podrían resultar insuficientes para frenar el aumento en las tasas de interés, especialmente, al considerar los puntos debatidos en  la reunión del Banco de la República. Este panorama podría dar lugar a los siguientes efectos:

• Aumento en los costos de endeudamiento, afectando la capacidad de las empresas para acceder a financiamiento.

• Incremento en los índices de cartera vencida.

• Reducción en la disponibilidad de crédito, restringiendo la liquidez, lo que puede complicar la administración del flujo de efectivo tanto para las entidades financieras, como para las empresas del sector real.

• Reducción en los flujos de efectivo por el aumento de los costos financieros y una posible disminución de la demanda, debido a una menor actividad económica.

• Exportaciones más competitivas en los mercados internacionales, debido a que los productos y servicios colombianos serán más baratos, en términos de dólares. Sin embargo, los costos de financiamiento para los exportadores colombianos, que necesiten créditos denominados en dólares, podrían ser más elevados. Lo anterior, se podría traducir en reducción de la capacidad empresarial para expandir sus operaciones de exportación o acceder a nuevos mercados.

• Reducción de las importaciones por la disminución en el gasto y el consumo nacional.

• Importación de bienes y servicios con mayores costos, en términos de moneda nacional.

• Aumento en el valor de los préstamos vinculados a la UVR y en las tasas de interés variables, impactando desfavorablemente los flujos de efectivo, tanto actuales como futuros, que afectan la posición financiera en términos de liquidez de las empresas.

• Mayor interés por parte de los inversionistas para adquirir bonos colombianos de bajo riesgo, en lugar de acciones u otros activos más riesgosos.

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En un mercado actual que se caracteriza por su volatilidad y cambio constante, resulta esencial que las empresas establezcan una gestión de riesgos eficiente. Lo anterior, involucra la implementación de controles, estrategias y medidas que protejan tanto la organización, como a sus activos, al tiempo que reducen la probabilidad de pérdidas y capitalizan las oportunidades que surgen del panorama económico actual. Esta gestión garantiza la continuidad operativa en un entorno empresarial y económico cada vez más complejo y desafiante.

De acuerdo con lo anterior, hemos elaborado una lista de elementos que deben ser  considerados por las entidades financieras y el sector real, al momento de evaluar los riesgos.