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Más del 90% de los presidentes de compañías en Colombia, pronosticaron en nuestra Encuesta Global Anual de presidentes que la economía mundial (PIB) disminuiría de forma significativa durante el año 2023. En este artículo, expertos de PwC se aventuran a compartir algunas predicciones sobre el comportamiento de la economía durante los próximos meses.
En un escenario base, prevemos que el Producto Interior Bruto (PIB) mundial aumente en torno al 1,6% en 2023, menos de la mitad del crecimiento tendencial a largo plazo, que se sitúa en torno al 3,5%. Esperamos que el crecimiento de la economía de EE.UU. se ralentice hasta el 0,2%, a medida que la principal economía del planeta se adentra en una ligera desaceleración, aunque sin llegar a una recesión estructural. Por su parte, las perspectivas económicas en la Eurozona y el Reino Unido son más desalentadoras, dada la reducción de la oferta y el aumento de los precios del gas natural.
Los consumidores, las empresas y los gobiernos de la mayoría de los países percibirán el endurecimiento de las condiciones financieras y se adaptarán a él.
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Los mercados laborales de las principales economías se seguirán resistiendo, pero se irán desacelerando y la oferta de empleo se irá reduciendo significativamente. Por ejemplo, dentro de la OCDE sólo se crearán alrededor de tres millones de puestos de trabajo, frente a los 20 millones del año anterior. Incluso en algunos países se podría registrar un ligero aumento de la tasa de desempleo.
Las empresas sufrirán las tensiones de la combinación de los altos tipos de interés, la subida de los precios de la energía y la ralentización del crecimiento económico, lo que se traducirá en la disminución de sus márgenes de beneficio y un aumento de las insolvencias. Los sectores muy apalancados, sensibles a los tipos de interés y a la crisis energética, serán más propensos al riesgo, como el inmobiliario y la construcción, así como sectores más cíclicos, como los bienes de consumo masivo.
Los gobiernos pondrán más énfasis en las medidas para estimular el crecimiento, aumentar los ingresos fiscales frente a los crecientes gastos por intereses de su deuda, y al mismo tiempo idear formas más innovadoras de redistribuir los recursos entre los más vulnerables. En particular aquellos que sufren las consecuencias de los altos niveles de inflación registrados el año pasado.
La competencia entre las principales economías del mundo y la presión por hacerlas más resistentes significará entrar en una nueva fase de la globalización a la que llamamos slowbalisation o desaceleración del comercio internacional. A grandes rasgos, se trata de una combinación de reubicación de determinados sectores de la economía -por ejemplo, los semiconductores y otros considerados estratégicos o sensibles- y la creación de vínculos más estrechos con otros sectores mediante la redistribución paulatina de las cadenas de suministro a países con sistemas económicos, políticos e institucionales similares.
Para impulsar esta transición, se espera un mayor activismo de los Estados en apoyo de determinados segmentos de la economía -por ejemplo, mediante subvenciones directas e indirectas, la flexibilización de las normas sobre ayudas estatales, etc…-. La consecuencia a corto plazo de la ralentización de la globalización es que la inflación estructural se situará en un nivel superior a la media del siglo XXI, mientras las compañías se adaptan a este nuevo régimen. Y, a medio y largo plazo, podríamos observar cambios en el sistema financiero mundial -por ejemplo, una erosión progresiva del dólar estadounidense como principal moneda de intercambio mundial-.
La combinación de una política monetaria más restrictiva, la ralentización de la demanda mundial y la estabilización de los patrones de consumo de productos y servicios debería incidir a la baja de la inflación en lo que queda de 2023. Los precios de los servicios podrían tardar más en bajar, ya que depende principalmente del crecimiento de los salarios y el mercado laboral tiende a ir a la zaga del resto de la economía. En general, se espera que las tasas de inflación desciendan al menos una cuarta parte en casi la mitad de las economías de la OCDE.
Se espera que Turquía, debido a su elevada situación de partida, experimente la mayor caída absoluta de la inflación, en torno al 73% en 2022 y aproximadamente del 42% en 2023. Por su parte, China es uno de los pocos países en los que se prevé un aumento de la tasa de inflación en 2023, pero esto se debe a que en 2022 se ha mantenido en gran medida al margen de las presiones inflacionistas. Aunque el crecimiento de los precios caerá bruscamente en la mayoría de las economías, prevemos que, en términos anuales, la inflación se mantendrá por encima del nivel objetivo en 2023 en casi todos los países que registraron unos niveles elevados en 2022.
La mayor parte de los expertos preveían que el turismo recuperaría los niveles prepandemia en 2022. Sin embargo, la guerra entre Rusia y Ucrania y con ella una serie de tensiones económicas han frenado esta recuperación. Tras el fin de las restricciones por la COVID-19 en prácticamente todos los países, se espera que 2023 sea un año fuerte para el sector.
La Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA, por sus siglas en inglés) estima que, con el aumento del número de turistas, el tráfico de pasajeros alcanzará un 85% de los niveles previos a la pandemia en 2023. Se prevé que América del Norte y Oriente Medio sean las dos regiones que registren una mayor reactivación, beneficiándose esta última de los elevados precios del petróleo.
Si las restricciones a los viajes y el actual brote de COVID-19 se disipan en China, esto podría impulsar el turismo en todas las regiones -antes de la pandemia, alrededor de uno de cada diez turistas en todo el mundo eran chinos, según datos de la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas-.
Las ventas de vehículos eléctricos han crecido a un ritmo vertiginoso en la última década, hasta el punto de que uno de cada diez vehículos vendidos en 2021 fue eléctrico, según datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE, según sus siglas en inglés). Así, el número total de vehículos eléctricos en circulación ha pasado de unos 17.000 en 2010 a más de 16 millones en 2021. Para 2023, según nuestro análisis de los datos de la AIE, podría haber 33 millones de vehículos eléctricos en circulación, y China representará la mitad del total por primera vez en la historia.
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El rápido ascenso del sector de los vehículos eléctricos en China se ha producido tras más de una década de inversión pública en la construcción de la infraestructura necesaria para que el país se convierta en una “potencia automovilística” de referencia. Ahora, para muchos consumidores chinos, la decisión de comprar un vehículo eléctrico no depende de las subvenciones estatales. Al resto del mundo aún le queda mucho camino por recorrer, aunque en Estados Unidos, gracias a la Ley de Reducción de la Inflación, se observan algunos indicios de que la adopción de vehículos eléctricos está aumentando.
Este artículo está basado en el artículo "Nueve pistas para entender la economía mundial en 2023" de PwC Ideas (PwC España). Este artículo fue organizado y revisado por PwC Colombia.