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En el mercado financiero se puede encontrar a múltiples actores agrupados en diferentes categorías, entre las cuales está “el nivel de aversión al riesgo”. Estos son aquellos que se consideran: agresivos y moderados o conservadores al riesgo.
Se clasifican como agresivos a aquellas personas que buscan que la rentabilidad de sus inversiones sea del nivel máximo posible, pero que también están dispuestos a tolerar pérdidas. Por el contrario, las personas conservadoras son aquellas que aceptan un nivel de rentabilidad menor, pero estable, es decir, eligen productos que en lo posible no puedan generar pérdidas.
Lo anterior nos hace pensar que tener una alta rentabilidad es un escenario inapropiado y que tener una baja rentabilidad es el objetivo ideal. Aunado a esto se encuentra el punto de vista de que se puede optar por una posición conservadora que conlleve a una condición de cero-riesgo.
Ciertamente, en cada actividad que realizamos nos enfrentamos a un riesgo. Todos conocemos de casos ocurridos en el que por el solo hecho de que una persona salió a caminar fuera de casa sufrió un accidente, o incluso estando en casa, por ejemplo, sufrió una fractura, se quemó una parte de su cuerpo o padeció cualquier otro accidente. Por tanto, cero-riesgo es una condición que, si bien es la ideal, no siempre es posible.
La creatividad
En ocasiones nos encontramos con organizaciones que desean la condición de cero-riesgo, donde no promueven la creatividad e innovación y por temor, realizan sus operaciones con algunas mejoras, pero sustancialmente como fueron diseñadas por sus fundadores.
Se sabe que hacer algo diferente conlleva riesgos, pero no hacerlo podría ser un riesgo mayor. El desarrollo tecnológico del mundo actual nos ha enseñado que nada está a salvo y que todo puede ser sorprendentemente replicado, mejorado o sustituido a gran escala. Por consiguiente, hoy más que nunca es necesario que las organizaciones consideren la creatividad e innovación como parte de su cultura empresarial.
La creatividad requiere inversión de tiempo y recursos económicos, trae consigo la incertidumbre y posibilidad de fallar. Al ser creativo se corre el riesgo de que las ideas o productos no sean aceptados por estar, quizás, avanzados en los tiempos en que vivimos; sin embargo, esto no nos debe limitar a impulsar la creatividad e innovación. Seguramente lo que hoy realiza la organización es producto de la creatividad que ocurrió en tiempos pasados.
No promover la creatividad podría generar un riesgo muy alto para la organización. Las personas creativas generalmente tienen más energía, imprimen pasión en todo lo que hacen y gustan trabajar para una organización que sea líder en la industria en que opera. El liderazgo requiere creatividad e innovación. Crear una cultura que permita a los empleados proponer mejoras a los productos, procesos o servicios generará más confianza en su capacidad para gestionar el futuro.
Lo anterior nos permite ver la relación que existe entre creatividad, innovación y el riesgo.
Relación entre el riesgo y el beneficio
Mucho se asocia la creatividad y la innovación con el arte. De manera similar, toda estrategia empresarial tiene pros y contras inherentes, y cada estrategia tiene su propio perfil de riesgo que rara vez se considera binario, es decir, no tiene una respuesta correcta o incorrecta. Por lo tanto, la selección de una estrategia es una “ciencia” y también un “arte”.
Como sabemos, no siempre existe una relación lineal entre riesgos y beneficios. En ocasiones no se cumple la condición de que entre más riesgos mayores beneficios. Por otro lado, aumentar los beneficios deseados no necesariamente incrementa los riesgos en la misma proporción. Lo que sí está claro es que para lograr cualquier objetivo siempre estará presente un riesgo. Lo importante es conocer el riesgo para así saber cómo administrarlo.
En los últimos años la comprensión del riesgo y las prácticas de su gestión han mejorado sustancialmente. Una opción a utilizar es el Marco de Gestión de Riesgo Organizacional, COSO ERM 2017, el cual establece que las organizaciones para crear, preservar y generar valor deben realizar un análisis de su perfil del riesgo de manera que le permitan obtener un mejor entendimiento de los mismos, cómo puedan afectar sus objetivos de negocio y cómo administrarlos.
En resumen
Al promover la creatividad y la innovación se pueden generar oportunidades que permitan aumentar el valor de una organización, pero también, traerá nuevos riesgos. Para ello, las organizaciones necesitarán realizar un análisis de riesgo para obtener una seguridad razonable de que la estrategia de negocios seleccionada está alineada con su misión, visión y valores, y que los mismos están siendo administrados de manera adecuada.
Por David Urcuyo, Socio de Auditoría en PwC Nicaragua