Una certeza que tenemos los seres humanos es que durante toda nuestra vida estamos frente a cambios constantes; cambios que se dan tanto a nivel personal como profesional, y que pueden ser impulsados por decisión propia o por factores externos. Actualmente, la pandemia del COVID-19 nos ha hecho recordar que el cambio es inminente y que, más allá de sobrevivir, debemos navegar a través de las experiencias para encontrar oportunidades de aprender y reinventarnos.
Cuando las personas atraviesan por un cambio se derivan diversas respuestas emocionales, aunque la actitud con la que asuman el cambio es la que marcará la diferencia en los resultados. La negación y la resistencia forman parte de la curva de un cambio, cuando las personas no quieren dejar la comodidad de su zona de confort y evitan cambiar a toda costa, dando espacio a emociones negativas que bloquean su actuar y su productividad. Y por el contrario, aquellos que abrazan el cambio como una oportunidad para reinventarse y salir de su zona de confort, son quienes conectan con la aceptación y el verdadero crecimiento. Apropiarse del cambio y aprovechar el aprendizaje intrínseco que conlleva, refuerza el comportamiento de aceptación y emociones positivas que motivan y energizan el proceso.
Gestionar el cambio requiere comprender qué impulsa la necesidad de cambio, qué debe cambiar y definir una visión clara. Es vital utilizar un enfoque de cambio centrado en las personas y que tenga en cuenta lo que es importante para ellos, su perspectiva y lo que más valoran. Necesitamos analizar cómo ayudar a las personas a romper patrones de pensamientos, identificar los pros y contras de mantenerse en la zona de confort y de innovar, e impulsar el autoanálisis y explorar cuáles sus principales obstáculos. Un ejercicio de reflexión, autoconocimiento y aprendizaje es una herramienta que puede contribuir a desbloquear la resistencia e impulsar el cambio de mentalidad.
La información y formación tienen también un papel importante, independientemente de las diferentes respuestas que muestren las personas al enfrentar el cambio. La información y recursos de valor, y su comunicación efectiva, ayudan a disminuir la incertidumbre, aumentar el entendimiento, mejorar capacidades y ampliar la visión: lo que favorece la aceptación y ayuda a navegar a través del cambio.
Las iniciativas de cambio exitosas no ocurren por sí solas. Este no es el momento de sentarse y esperar a ver qué sucede, es el momento de prepararse. Saber adaptarse y gestionar el cambio es una capacidad fundamental para todas las organizaciones, y aquellas que manejen sus estrategias y procesos impulsando un cambio positivo a través de las personas apoyadas en la tecnología podrán alcanzar sus objetivos.
El desafío para la función de Recursos Humanos incluye fomentar una mentalidad adaptativa, ágil y consistente en el personal, y forjar una cultura resiliente que se traduzca en la capacidad para anticipar y reaccionar de forma rápida ante entornos retadores, permitiendo la evolución y el aprendizaje de cara al proceso.
El cambio de comportamientos, el análisis y aceptación de las áreas clave para aminorar la resistencia, y la capacitación por niveles son tres palancas del cambio que debemos manejar para impulsar el cambio con éxito.
Por Daniela Moreno, Consultora Senior en PwC | Diciembre 2020