
Si bien gran parte de las organizaciones han iniciado el proceso de adopción de metodologías ágiles en sectores y funciones, la mayoría apenas está alcanzando superficialmente su vasto potencial. Esto significa que no están aprovechando eficazmente la agilidad para reimaginar las experiencias de sus clientes, la excelencia de sus productos y la innovación. En este sentido, no existe una sola forma de abordarlo y los líderes empresariales necesitan encontrar su foco estratégico que les permita cerrar las brechas en agilidad.
Es un modelo, un mindset, una manera de gestionar a la organización y sus resultados con foco en la mejora continua, en entregar valor de manera constante, en dar y obtener feedback y en adaptarse a los cambios e integrar los aprendizajes que estos nos dejan para seguir evolucionando. Por eso, la importancia de revisar las formas de trabajo y cómo interactúan los colaboradores dentro de sus equipos más allá de la aplicación de una metodología determinada.
Para recorrer este camino con éxito e integrar la agilidad en el propósito de la organización, se requiere construir de forma sostenible y coordinada cinco dimensiones de trabajo que permitirán desarrollar un modelo operativo de agilidad eficaz inserto en su cultura.
Es de vital importancia que la configuración del modelo organizacional (la distribución de los distintos departamentos, roles y equipos) estén enmarcados en la agilidad y alineados con la visión del desarrollo de la cultura ágil en toda la organización, traspasando así la visión IT-centrista de la misma.