Mundo Fracturado
Dinámicos inversionistas están en buena posición para lograr que sus capacidades rindan en temas tales como la descarbonización.
Pedirle a cualquier industria en particular que salve al mundo es, ciertamente, exagerado. Pero la creciente industria de capital privado está, en muchas formas, particularmente posicionada para utilizar sus fortalezas, posición en el mercado y capacidades para generar retornos positivos para la sociedad en áreas específicas, a medida que genera retornos para los inversionistas. De hecho, las formas en que la industria crea valor hoy son directamente traducibles a un ambiente en el cual nos enfrentamos a la obligación de reparar, repensar y reconfigurar. La ventaja del capital privado siempre ha sido el crear valor al impulsar la transformación más rápida y profunda de lo que pueden otros dueños. Durante las primeras décadas de la industria, esto significó rápidamente reducir los costos y redistribuir activos. Hoy y mañana, esto puede significar dirigir su poder catalizador hacia la descarbonización y sostenibilidad, y hacerlo a través de grandes portafolios que abarcan distintas geografías y sectores industriales.
El total de bienes de capital privado, que aumentó casi seis veces de 2004 a 2019, están listos para crecer constantemente durante los próximos años.
El capital privado tiene una gran cantidad de fondo a su disposición: US$5.8tn en 2019, y aumentará tanto como a US$8.3tn para el 2025, de acuerdo con un análisis de PwC. En un mundo cambiante y dinámico, las firmas de capital privado son importantes proveedores de liquidez, deuda y solvencia; catalizadores para crecimiento y transformación. En los EE. UU. solamente, 5000 firmas de capital privado tienen inversiones en alrededor de 35,000 negocios que colectivamente emplean a 8.8m personas. Las firmas de capital privado también sirven de intermediarios para grandes cantidades de dinero: dotaciones universitarias, fondos de pensiones de empleados públicos, fondos soberanos. Y entre estos interesados, rápidamente aumentan las expectativas de que administradores de capital, ya sean CEOs de compañías o firmas de capital privado, juegan un papel más activo y productivo en una variedad de temas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG por sus siglas en inglés), especialmente aquellos relacionados con la descarbonización. Prueba A: La declaración por US$7tn BlackRock de que el clima jugará un papel central en sus consideraciones de inversión.
Una manera de que las firmas de capital privado pueden tener éxito es haciendo lo que es natural para ellas: funcionar como un acelerador de las tendencias existentes proveyendo capital en grandes cantidades, permitiendo que las compañías ganen escala y bajando los precios aún más. El pasado enero, por ejemplo, CVC Growth Partners invirtió US$200m en EcoVadis, una compañía establecida en París que proporciona clasificaciones, herramientas y software dirigido a mejorar la sostenibilidad en cadenas de suministro globales.
Otro enfoque podría ser más poderoso. Hace años, hacía sentido que una compañía de capital privado comprara activos intensivos en carbono para utilizarlos por el valor y para obtener liquidez. Esa es aún una estrategia viable para algunas inversiones. Pero falta solo un vistazo a las valoraciones públicas de mercado de compañías en el ecosistema de manufactura de autos para darse cuenta que los modelos de negocios más limpios rinden un valor mucho más alto que compañías que se perciben como menos limpias. Un paso a seguir ahora, dada esta realidad, podría ser lo que llamamos “compra sucio y barato, vende limpio y caro”: un cambio de impacto. Esto pudiera significar, por decir, adquirir un generador eléctrico que dependa principalmente de combustible fósil con un múltiplo de seis veces la ganancia y transformarlo en una flota de menor emisión que rinda un múltiplo de diez. O invertir en fabricantes de equipos que ofrezcan principalmente productos al sector automovilístico y los convierta en tecnologías de vehículos eléctricos. O transformar las empresas de gestión de residuos en agentes de la economía circular que puedan reciclar y reutilizar materiales, en lugar de quemarlos o enterrarlos, y crear energía renovable en el proceso.
Es admirable que una firma de capital privado anuncie que se esforzará por reducir las emisiones en sus propias operaciones y oficinas. Pero, ¿qué pasaría si las empresas de capital privado promulgaran un conjunto similar de ambiciones para sus empresas de cartera, independientemente de la geografía y el sector, para convertirse en net zero para, digamos, el 2035? Mantenga en mente que la cartera puede incluir negocios tan variados como minoristas en Asia, operadores mineros en Australia, fabricantes de acero en Europa y un sistema de hospitales en los EE. UU. Ese es un compromiso mucho más grande y un reto mucho más significativo.
A medida que las firmas de capital privado se han desarrollado durante los últimos años, han demostrado una capacidad para aplicar mejores prácticas y estrategias a través de compañías de diversas carteras. Muchos han desarrollado experiencia interna en logística, RRHH y tecnología que puede aprovecharse para mejorar el rendimiento de todas las inversiones. ¿Qué sucedería si la reducción o eliminación de carbono se convirtiera en el próximo ámbito de especialización para toda la cartera de productos? Blackstone ya ha establecido una meta de reducir 15% de emisiones en nuevas adquisiciones.
Lo que estamos sugiriendo es que las medidas de ESG, incluyendo descarbonización, puedan ser incluidas en nuestros poderosos y sofisticados planes de creación de valor que el capital privado ya tiene. Las firmas de capital privado han probado ser líderes mundiales cuando se trata de crear valor al eliminar costos de los negocios. Dado que el carbono se está convirtiendo cada vez más en un costo, a través de impuestos directos o límites, prohibiciones absolutas de ciertos productos o la demanda de reducciones de inversores y consumidores, tiene más sentido que los inversores y propietarios se concentren en él. Y es totalmente coherente con la obtención de un rendimiento rentable.
No es muy descabellado imaginar un mundo en el cual el interés devengado de los fondos de capital privado pueda ser ligado, además de los rendimientos financieros, a progresos en descarbonización. Tal cambio permitiría a las firmas adaptarse de forma más natural a las cambiantes exigencias de los inversionistas. Como se menciona, los fondos soberanos, las dotaciones universitarias, los fondos de pensión de empleados públicos y los principales inversionistas institucionales están aumentando los requerimientos en una variedad de temas de ESG. Los críticos podrían desestimar la tendencia como “capitalismo woke”. Pero la tendencia es real e irreversible. A inicios del año pasado, KKR recaudó un Fondo de Impacto Social Euro Global de US$1.3bn, el cual promete invertir en compañías que proporcionen soluciones para los retos ambientales o sociales.
Los fondos de capital privado son intermediarios que han obtenido la licencia y construido la capacidad de impulsar el cambio de forma más agresiva y rápidamente que otros inversionistas. El enfoque en los esfuerzos de ESG se ajusta perfectamente al sistema en el cual los fondos de inversión privado han operado exitosamente, alineando la propiedad, la intención estratégica, gobernanza e incentivos en un lapso más largo. Precisamente por esta habilidad, el fondo de capital privado tiene una ventaja competitiva significativa y distintiva comparada con compañías con participación pública en atacar temas tales como el cambio climático, y hacerlo rentablemente. En 2021 y más allá, poner a los músculos del capital privado a trabajar en mejoras de ESG tales como en reducción de emisiones, irá más allá de construir una reputación, aunque el reconocimiento que emanará de dichos exitosos esfuerzos serán beneficiosos. Más bien se trata de retener una ventaja en un ambiente notablemente competitivo, mientras se contribuye a la mejora social.
Publicado por PwC
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Dora Orizabal
Socia Líder Regional de Assurance, PwC Interaméricas
Ignacio Pérez Rubio
Socio Líder de Consultoría, PwC Interaméricas